En el último año, Bik se ha visto envuelta en uno de los mayores escándalos de la pandemia: el relacionado con la hidroxicloroquina, el medicamento que Donald Trump ensalzó como una solución para la covid. Hoy, aunque este fármaco ha sido descartado por los ensayos clínicos, la historia aún no ha terminado.
Sorprendente pero cierto. Hay 265 investigadores, entre ellos dos españoles, que generan más de 73 papers al año, según un análisis en Nature. ¿Lo logran estirando el concepto de autoría? ¿Merece alguien firmar por haber puesto recursos o solo por supervisar? Hay recomendaciones claras, pero muchos se las saltan. Para algunos, estos fenómenos alertan de injusticias en la atribución de méritos y de la perversión de un sistema de evaluación que otorga demasiado peso a las publicaciones.
Lleva más de 30 años viendo cada día sobre su mesa la mejor ciencia del mundo antes de que nadie la haya publicado aún. Por las manos del director de Nature y de todo su grupo de publicaciones, Philip Campbell (1951), han pasado artículos que han hecho historia, como los de la oveja Dolly, el agujero de la capa de ozono y la transmisión del virus de la gripe aviar, que fue vetado por el Gobierno de EE UU. Ahora se enfrenta a un nuevo panorama, el de las publicaciones de acceso abierto en la Unión Europea. Campbell ha hablado con SINC del presente y futuro de Nature y la investigación de alto nivel.
El método de revisión por pares es, a día de hoy, la única forma de que una publicación sea validada en una revista científica. Pero el prestigio y la fiabilidad de la revisión flaquean en ocasiones, y cuando lo hacen, trabajos demenciales como el del surcoreano Hwang Woo-Suk y su clonación de embriones humanos son portada de Nature o Science.