Las guerras, la falta de recursos, la introducción de nuevas herramientas o las enfermedades son algunos de los factores que pueden provocar el declive de una población. Mediante una serie de indicadores un equipo de antropólogos ha concluido que hace 9.000 años las sociedades neolíticas mostraron señales de alerta antes de su colapso. El estudio de estos indicios podría predecir futuras alteraciones del ecosistema producidos por el cambio climático.
La transición del sistema de caza-recolección a la agricultura sedentaria, ocurrida en el Creciente Fertil (Mediterráneo oriental, Mesopotamia y Persia) hace unos 10.000 años, no fue obra de una población genéticamente homogénea sino muy diversa. Así lo asegura un nuevo análisis de ADN procedente de cuatro esqueletos del Neolítico temprano, hallados en Irán.
Investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y de la Universidad de Alcalá de Henares han analizado pigmentos procedentes del conjunto megalítico de Bretaña (Francia). Los resultados confirman que las pinturas formaban parte de los rituales mortuorios durante el Neolítico europeo y que la decoración pictórica de las cámaras funerarias era una práctica extendida.
El estudio de un enterramiento neolítico burgalés ha desvelado las costumbres funerarias de una comunidad que habitó la zona hace 3.700 años. Unos 47 adultos y adolescentes fueron sepultados en el mismo lugar durante cien años. Los análisis de ADN indican que estos individuos eran parientes.
Una colmena en un tronco hueco en Cévennes (Francia)./ Eric Tourneret
Los primeros agricultores que entraron en Europa hace unos 8.000 años procedentes de Oriente Próximo se expandieron por el continente siguiendo dos rutas distintas: una hacia Centroeuropa y otra hacia la península ibérica que sigue la costa mediterránea. Un equipo de científicos ha secuenciado el genoma de una mujer neolítica a partir de un diente datado en 7.400 años, y gracias a este nuevo genoma, han podido determinar que los agricultores de la ruta mediterránea y de la ruta interior son muy homogéneos y claramente derivan de una población ancestral común.
Un estudio de la Universidad del País Vasco, en siete tumbas megalíticas de La Rioja y Álava, sugiere que las poblaciones neolíticas excluían de los enterramientos a determinados individuos por criterios de edad y de sexo. El sesgo identificado afecta casi sistemáticamente a los niños menores de cinco años, pero también a ciertos adultos, sobre todo mujeres.
El hallazgo de tres arcos de madera de hace más de 7.000 años proporciona nuevos datos sobre el rol social de la caza, la especialización y el acceso a los recursos en las primeras sociedades campesinas. Los arcos, recuperados en el yacimiento de La Draga (Banyoles, Girona), son la evidencia más antigua de arquería neolítica en Europa.
Fragmento de radio de perro con marcas de corte. / IPHES
En la Cueva del Mirador en Atapuerca (Burgos), los humanos del Neolítico comieron especies poco consumidas en el resto de la Europa continental. Las marcas de corte y las mordeduras humanas en huesos de perro doméstico, gato salvaje, zorro y tejón demuestran que hace entre 7.200 y 3.100 años los Homo sapiens de Atapuerca no consumieron únicamente cabras, ovejas y vacas.