Un grupo multidisciplinar de la Universidad de Málaga han observado en este primer año de estudio que, a los tres meses de la implantación, en todos los niños hay una mejora en percepción, esto es, en su capacidad de detectar sonidos de su entorno. Los niños se hacen muy pronto conscientes de que el IC es el dispositivo que les permite oír, y si se les desactiva protestan o hacen gestos para pedir que se les active.