Dice Rafael Huertas que “la figura del loco como alguien peligroso, de quien hay que desconfiar, impregna todo nuestro imaginario social y cultural”. Aquí habla de estas cuestiones y de otras más actuales, como el aumento del consumo de antidepresivos, en el que, además de la crisis, confluyen otras causas. Nuestra escasa tolerancia a la frustración y a la tristeza sería una de las claves.