Con una bombona de butano y un viejo aire acondicionado, Antonio Trescastro construyó su primera liofilizadora. Eso fue hace 18 años. Hoy este autodidacta compagina su trabajo de técnico de mantenimiento del CSIC en la Estación Experimental del Zaidín en Granada con la divulgación de la ciencia, y dedica su tiempo libre a mejorar su museo, único en el mundo, de setas liofilizadas gracias a una técnica de deshidratación por frío. También ha desecado frutas y verduras, insectos, crustáceos e incluso el corazón de un cerdo.
Ignacio Gracia, profesor del Departamento de Ingeniería Química, es el responsable de la obtención de extractos liofilizados de ajo para su uso médico o nutricional-farmacéutico. Este método patentado ha sido posible gracias a los recursos que dispone el grupo de Tecnología Química y Medioambiental (TEQUIMA) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y la financiación de la Diputación Provincial de Cuenca.