Las vacaciones están para relajarse y también para permitir que el cerebro dé a luz grandes ideas. Dejar que la mente vague a sus anchas favorece que de pronto aparezca la solución a esas preocupaciones que nos llevan consumiendo durante meses en la mesa de trabajo. Es el momento eureka. Nace en las neuronas situadas sobre la oreja derecha y llega sin avisar, pero existe.