Investigadores de China han identificado 13 proteínas relacionadas con el declive de este órgano. El estudio sugiere cómo los cambios en sus concentraciones en sangre tienden a alcanzar un pico a los 57, 70 y 78 años. Este hallazgo abre la puerta a intervenciones personalizadas para retrasar su degeneración.
Un equipo de la Universidad Rey Juan Carlos está abordando el reto de definir y diseñar cómo se visualizará este gemelo virtual para simular distintos cambios de medicación y de tratamientos en esquizofrenia, ictus y epilepsia.
En España, una persona sufre un accidente cerebrovascular cada seis minutos. Un equipo de investigación ha determinado el papel de la proteína PATJ en la regeneración de la zona dañada del cerebro.
La metodología, desarrollada con la participación de investigadores del Instituto Cajal, ha permitido observar que el tejido cortical que aún muestra actividad en un encefalograma, puede, en realidad, estar sufriendo ya la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales tras un ictus o una hemorragia intracraneal. Los hallazgos replantean los criterios y quizá la praxis en el seguimiento y tratamiento de este tipo de accidentes.
Un equipo científico internacional ha encontrado una fuerte asociación entre la exposición reciente –en los cinco días previos— a contaminantes gaseosos y partículas y el peligro de padecer un accidente cerebrovascular. El metaanálisis revisó los datos de las patologías de más de 18 millones de personas procedentes de un centenar de estudios de tres continentes.
Dos nuevas interfaces cerebro-ordenador son capaces de descodificar la actividad cerebral en palabras con mayor rapidez, precisión y vocabulario que tecnologías previas. Investigadores de EE UU las han probado con una paciente con ELA y otra superviviente de un ictus.
Un ensayo clínico realizado en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona muestra que el fármaco ApTOLL reduce la mortalidad en pacientes de ictus de un 18 a un 5 por ciento, así como la discapacidad. La investigación se ha liderado desde la Universidad Complutense y el Hospital 12 de Octubre de Madrid.
El mayor estudio genético realizado hasta ahora sobre ictus, con más de 1.500.000 participantes y unos 110.000 pacientes, ha permitido identificar 89 regiones cromosómicas relacionadas con el riesgo de padecerlo. El avance puede ayudar a desarrollar nuevos fármacos y tratamientos frente a esta enfermedad cerebral.
Este accidente cerebrovascular no mata las células nerviosas por toxicidad química, como se creía hasta ahora, sino por ondas eléctricas letales, según revela un estudio internacional con investigadores del CSIC. Estas ondas pueden ser una nueva diana terapéutica para tratar los ictus de forma más eficiente.
La administración de un fármaco fibrinolítico, que permite restablecer la microcirculación cerebral, después de la trombectomía mecánica mejoró hasta un 59 % las probabilidades de que el paciente no presentara secuelas a los tres meses del procedimiento. Esto supone un cambio de paradigma en el tratamiento del ictus isquémico en todo el mundo.