El equipo científico de EE UU cree que con esta herramienta de corta-pega genético se podrían alterar partes del genoma de estos grandes ácaros, que son vectores de numerosas infecciones, como el tifus y la enfermedad de Lyme.
Investigadores de un consorcio internacional han utilizado dos anticuerpos neutralizantes de pacientes recuperados y los han combinado con sus regiones de unión al virus, con el objetivo de eliminar la infección en ratones enfermos y proteger a los no infectados. Ahora trabajan para desarrollar una versión más estable que pueda probarse en ensayos clínicos con humanos.
Desde que se observara por primera vez en 2017 en la costa este de EE UU, la garrapata asiática de cuernos largos, protagonista de #Cienciaalobestia, no ha dejado de invadir nuevos territorios y ha llegado al estado de Nueva York. Un nuevo estudio alerta de que, por la gran capacidad de este parásito para autoclonarse, la infestación es mayor de lo que se pensaba.
Un equipo de investigadores españoles ha descubierto en una pieza de ámbar de Birmania una garrapata fósil de unos 100 millones de años de antigüedad que chupaba la sangre a los dinosaurios terópodos con plumas. El nuevo trabajo revela la primera evidencia directa de la relación de parasitismo entre ácaros y dinosaurios con plumas, algunos de los cuales evolucionaron hacia el linaje de las aves modernas a finales del Cretácico.
Los dos pacientes que sufrieron fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en España, el pasado verano, son los únicos registrados en Europa Occidental. Un nuevo informe sobre ambos casos revela que esta enfermedad tropical está reemergiendo en el continente y remarca la importancia de que los profesionales mantengan una rutina de vigilancia ante los agentes transmisores. Los brotes autóctonos del virus de origen africano ponen de manifiesto un cambio en su distribución geográfica.
Desde hace años, José Antonio Oteo (Haro, 1960) lucha por acabar con la creencia de que las garrapatas son solo bichos repugnantes pero inofensivos. En La Rioja, dirige el Laboratorio de Patógenos Especiales del Centro de Investigación Biomédica, y es pionero en el estudio de dolencias que no han sido descritas con anterioridad.
Tras la confirmación ayer por parte de la Consejería de Sanidad de Madrid de dos casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo –un varón de 62 años, fallecido el pasado agosto, y una de las enfermeras que lo atendió, en la actualidad en la UCI–, son muchos los que se preguntan cuáles son los síntomas de la enfermedad y cómo se contagia a humanos.
Las sospechas se han ratificado. Sanidad ha corroborado que la muerte de un varón el pasado 25 de agosto y el posterior contagio de una de las enfermeras que lo atendieron se deben a fiebre hemorrágica Crimea-Congo. La paciente fue trasladada anoche a la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital La Paz Carlos III, donde permanece estable.
El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNASA, centro del CSIC) investiga cómo combatir las garrapatas de la ganadería, que transmiten a animales y personas enfermedades, como la peste porcina africana, en expansión en África y en algunas zonas de Europa (Cáucaso). Según un nuevo estudio, las proteínas presentes en la saliva de las garrapatas podrían servir como antígenos para desarrollar vacunas y métodos de diagnóstico para detectar su presencia en explotaciones.
El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa) se ha especializado en la producción de proteínas recombinantes, en particular en el campo de la Parasitología, donde ha logrado el diagnóstico de la hidatidosis en humanos y la detección de la picadura de garrapatas en animales. Ambos estudios tienen aplicaciones en sanidad animal.