Como por los ojos también se come, los tomates presumen de colores en las fruterías. Cada vez son más apetecibles, pero también más insípidos. Un equipo internacional, con participación española, ha descubierto la base molecular de una mutación que se introdujo en el fruto cultivado hace medio siglo.
Un reciente estudio desarrollado por un grupo de científicos australianos, estadounidenses y europeos, en el que participa la Universidad de Valladolid y el INIA, ha establecido que el llamado reloj biólogico no sólo es privativo de los seres humanos, sino que también lo tienen los ecosistemas. Los resultados de este trabajo han sido recogidos en un artículo publicado en la revista Global Change Biology.
El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA) estudia plantas tolerantes a la desecación para determinar qué mecanismos intervienen para que, después de una sequía que marchita sus hojas, logren revivir y hacer la fotosíntesis de nuevo. Averiguar las claves de este proceso puede resultar muy importante para imitarlas en las plantas de interés agrícola que en la actualidad no soportan la sequía, según los científicos de este centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Un trabajo internacional muestra cómo y cuándo un microorganismo fue capaz de generar oxígeno absorbiendo la luz del Sol y hacer una fotosíntesis. El organismo responsable, hace 1.600 millones de años, podría haber marcado el origen de las algas y las plantas.
El doctor Jeroni Galmés, profesor del área de Producción Vegetal del Departamento de Biología de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), ha sido galardonado con el premio Sabater 2011 de la Sociedad Española de Fisiología Vegetal (SEFV) por su trayectoria investigadora. Su investigación se ha centrado en el estudio de la fotosíntesis en condiciones estresantes para encontrar mecanismos que mejoren la productividad de los cultivos en condiciones por debajo del nivel óptimo.
Eliminación anual de dióxido de carbono realizada por la vegetación.
Tras el impacto del asteroide que golpeó la superficie del planeta hace 65 millones de años, cerca del 80% de la vida marina se extinguió y el clima se enfrió de forma dramática. Un equipo internacional de investigadores revela ahora en Science que el océano, la productividad marina o la fotosíntesis se recuperaron en menos de un siglo.