Los humanos y otros primates no son los únicos mamíferos que usan gestos faciales para relacionarse. Varios experimentos revelan que, en nuestra presencia, los perros producen más movimientos faciales cuando les prestamos atención que cuando no lo hacemos. Este hallazgo confirma que dichas expresiones no son exhibiciones involuntarias de sus estados de ánimo, sino claros intentos de comunicarse con nosotros.