Un informe publicado por Naciones Unidas muestra que 733 millones de personas, equivalentes al 9,1 % de la población mundial, están afectadas. Aunque esta cifra se ha mantenido estable en los últimos tres años, sigue por encima de la registrada antes de la pandemia y representa un aumento de 152 millones desde 2019.
Un estudio internacional, en el que participa el Instituto de Salud Global de Barcelona, muestra el potencial de las autopsias mínimamente invasivas para investigar las causas de los decesos en países con bajos recursos. En la mortalidad infantil incide una interacción de varios factores, donde la desnutrición tiene un rol destacado, subrayan los investigadores.
La terapia combina dos fármacos ya existentes en una única pastilla para cubrir las cinco especies de gusanos que causan infecciones, especialmente en niños de comunidades que sufren de pobreza estructural. El estudio, que cuenta con participación española, se lleva adelante a través del proyecto STOP2030, una colaboración público-privada entre instituciones europeas y africanas.
El continente africano está sufriendo de forma desproporcionada los efectos del calentamiento global, a pesar de haber hecho poco para provocarlo. Los daños sufridos deberían ser motivo de máxima preocupación para todas las naciones, advierten en un artículo conjunto los editores de las publicaciones médicas.
La revista Science ha seleccionado los diez avances científicos más importantes de este año. En las primeras posiciones, la fotografía del agujero negro, el rostro de los denisovanos y la explicación de la desaparición de los dinosaurios. Además, la publicación señala tres grandes tareas pendientes de la ciencia.
Investigadores del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza han analizado la relación que existe entre el perímetro del cuello de las personas que viven en residencias de mayores y la probabilidad de desnutrición. Valores por debajo de 37,8 cm en varones y 35,2 cm en mujeres indican riesgo.
Una investigación realizada en la Universidad de Granada señala que el nivel de desnutrición en las residencias de mayores es alto, mucho mayor que en el caso de aquellos ancianos que viven independientes en sus casas. En ninguno de los menús analizados en las instituciones se alcanzó las recomendaciones de verduras, fruta, productos lácteos, aceite de oliva, legumbres, o frutos secos, mientras que el aporte de dulces y azúcar en ellos fue excesivo.
Pedro José Robledo Sáenz, nutricionista en la Clínica Anderson de Madrid, lleva años tratando pacientes oncológicos con múltiples complicaciones derivadas de la enfermedad y de las terapias para combatirla. Sin embargo, aunque una intervención nutricional puede mejorar los síntomas y limitar el riesgo de desnutrición, el experto deja claro que la dieta en sí misma no es un tratamiento del cáncer.
Infografía realizada a partir de los datos del Global Nutrition Report. /Efe