En su libro Las lagartijas no se hacen preguntas, el físico Leonard Mlodinow, guionista de películas como Star Trek y de la serie MacGyver, plantea un viaje por la historia de la ciencia que es en el fondo un viaje por la historia de la curiosidad. Desde nuestros antepasados primates hasta las visiones del mundo cuántico, Mlodinow plantea una biografía de las ideas de la mano de los principales científicos, a los que elogia, critica y humaniza.
Desde que nacemos, no dejamos de asombrarnos y plantearnos cuestiones sobre todo lo que nos rodea. Es la curiosidad, una facultad muy poco estudiada desde el prisma científico pero que, en los últimos años, está siendo analizada minuciosamente por la neurociencia. Conseguir que la escuela la estimule y que Google no la sacie son dos retos que tenemos por delante.
La curiosidad no siempre se mira con buenos ojos; sin embargo, como afirma Philip Ball en su último libro Curiosidad. Por qué todo nos interesa, esta cualidad ha sido y continúa siendo el motor de la evolución científica y social. Este físico y químico inglés que ha trabajado como editor en Nature durante más de 20 años considera que el secreto para escribir es que el autor “encuentre aquello que realmente le apasiona”.