Los coleópteros meloideos generan un compuesto químico venenoso para, entre otras cosas, defenderse de sus predadores. Un equipo de investigación internacional, en el que participa la Universidad Complutense de Madrid, ha demostrado que la cantaridina es tóxica para varios tipos de parásitos comunes. Los resultados explican que algunas aves como, por ejemplo, la avutarda ingieren este tipo de escarabajos, entre otras propiedades beneficiosas, por la actividad antiparasitaria de la cantaridina.
Un equipo de investigación, liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales ha estudiado el veneno de las aceiteras, escarabajos de la familia Meloidae capaces de sintetizar cantaridina, un veneno muy tóxico. La pérdida de rayas rojas es un proceso evolutivamente reciente que no va acompañado de una reducción de la toxicidad.