Los delfines han adaptado su función cardíaca para ajustar el flujo sanguíneo a la inmersión y cambiarlo sobre la marcha para equilibrar la demanda de oxígeno. Esta es la principal conclusión de una investigación que rebate la teoría de la “respuesta automática de buceo” vigente desde hace 70 años. Por primera vez, se han obtenido datos con una práctica no invasiva mediante ecografías del tórax de 11 delfines.
El ballenato de Cuvier, más conocido como zifio, ostenta el récord de buceo marino. Tras registrar unas 6.000 inmersiones de estos cetáceos, un equipo de científicos estadounidenses confirma por primera vez en las frías aguas del Atlántico Norte que estos mamíferos pueden sumergirse hasta los 1.400 metros de profundidad y retener su aliento durante una hora. Son los protagonistas de #Cienciaalobestia.
Durante la inmersión, los pulmones de los mamíferos marinos cuentan con mecanismos activos, y no solo pasivos, con los que evitan la enfermedad de descompresión. Dos nuevos estudios, liderados por la Fundación Oceanogràfic, han permitido estudiar a delfines salvajes sin encontrar diferencias fisiológicas entre los que cazan en superficie y los que lo hacen a gran profundidad. Pero el mecanismo podría dejar de funcionar si los animales están estresados.
El estudio sobre el impacto del buceo recreativo en una franja de la costa tropical de Granada sobre el coral naranja revela que se han producido más inmersiones de las permitidas cada año, a las que se añade la poca experiencia de los buceadores. Cono consecuencia, este tipo de coral, una especie endémica del Mediterráneo que está catalogada como vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y en el Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía, se está viendo afectado.
Gracias a los sonidos que emiten los delfines mulares bajo el mar para localizar a sus presas, un equipo de científicos, con la participación de la Universidad Complutense de Madrid, ha medido su presencia en siete áreas marinas protegidas de la costa mediterránea española. Los resultados indican que el buceo y las embarcaciones de recreo ahuyentan a los cetáceos. Sin embargo, no lo hacen ni la pesca de arrastre ni las piscifactorías, ya que favorecen la captura de alimento.
Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, ultiman el desarrollo de una metodología para buceadores de muy diferente nivel de formación, basada en técnicas sencillas de toma de imágenes submarinas y análisis de las mismas, para detectar alteraciones en el medio marino y crear en el futuro redes de vigilancia y seguimiento ambiental en las costas españolas.