Lla FIFA, la UEFA y la federación europea de balonmano utilizan CloudLab, un software creado por una spin-off de la Universidad Carlos III de Madrid para ayudar a la formación de nuevos instructores en los cursos de iniciación al arbitraje. La herramienta permite filtrar la búsqueda de vídeos para crear presentaciones online sobre cualquier temática
Detrás de la aparente aleatoriedad de un partido de baloncesto se produce una autoorganización en los equipos. Las interacciones entre compañeros y oponentes se influencian entre sí todo el tiempo, y el propio juego permite que surjan comportamientos creativos. Este fenómeno, detectado por investigadores españoles tras analizar más de 6.000 partidos de la NBA, se asemeja a la evolución constante que deben desarrollar los seres vivos para mantenerse en la naturaleza.
En pleno Mundial de Baloncesto, mientras los jugadores de las distintas selecciones compiten por llegar a la final, fisioterapeutas y preparadores físicos trabajan muy duro para evitar que las lesiones arruinen la competición. Debido a la intensidad con la que se juega, el baloncesto es un deporte de choque con alto riesgo de traumatismos, comparable con el fútbol.
Todos los jugadores llevan un GPS y, una vez finalizado el partido o el entrenamiento, los datos del dispositivo se vuelcan en un programa informático que realiza representaciones gráficas de los movimientos que han realizado, cómo han ocupado los espacios o la velocidad a la que se han movido. Parece el sueño de todo entrenador de baloncesto, un deporte muy táctico en el que casi todo se estudia al detalle, y está más cerca de hacerse realidad. Un proyecto de investigación de la Universidad de Salamanca ha creado una aplicación informática que en un futuro cercano podría convertirse en un instrumento de trabajo para los profesionales del deporte.
Elmer Bennett esta temporada durante su último partido como baloncestista profesional.
El nivel de fatiga de los jugadores de baloncesto influye sobre su capacidad de decisión en las acciones de juego y, por tanto, afecta a su rendimiento. Así lo demuestra un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid.