Investigadores de la Universidad de Granada han determinado el área del cerebro que interviene directamente en la aversión a ciertos alimentos dañinos. Los resultados obtenidos en animales de laboratorio sientan las bases para nuevos estudios sobre aprendizaje del gusto y conducta alimentaria. Además, abre las puertas a posibles aplicaciones terapéuticas en alteraciones frecuentes después del tratamiento con quimioterapia y otros desórdenes relacionados con la comida.