El ave más antigua, el Archaeopteryx lithographica, del tamaño de una urraca, podía oír igual que un moderno emú (Dromaius novaehollandiae), por lo que era más parecido a un ave que a un reptil, según se publica hoy en Proceedings of the Royal Society B. Los paleontólogos del Museo de Historia Natural de Londres han utilizado por primera vez una tecnología moderna e innovadora usando la longitud del oído interno de las aves y de los reptiles para predecir adecuadamente su capacidad de audición.