Este lunes la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA ha alcanzado el asteroide Bennu. Durante más de un año lo estudiará y cartografiará para preparar un complicado objetivo: descender en julio de 2020 a su superficie, recoger una muestra y traerla a la Tierra en 2023.
Investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas y la Universidad de Pisa han confirmado que algunos de los modelos matemáticos que se emplean para seguir a los asteroides ofrecen buenas aproximaciones estadísticas. Las matemáticas son especialmente importantes para seleccionar aquellos que tienen mayor probabilidad de colisionar contra nuestro planeta y poder analizar sus trayectorias.
El año pasado se localizó a ‘Oumuamua, el primer objeto llegado desde fuera del sistema solar. En principio los astrónomos habían consensuado que se trataba de una nueva clase de asteroide, pero ahora un equipo europeo ha detectado una aceleración no gravitacional en su trayectoria, característica propia de los cometas.
Un equipo de astrónomos ha descubierto un extraño asteroide rico en carbono, denominado 2004 EW95, el primero de su tipo confirmado en la periferia del sistema solar. Probablemente se formó en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, pero luego fue lanzado a miles de millones de kilómetros hasta su hogar actual, en el cinturón de Kuiper.
Las primeras observaciones de un asteroide llegado a nuestro sistema solar procedente del espacio interestelar han sorprendido a los astrónomos. El objeto, bautizado con el nombre hawaiano de ‘Oumuamua, no se parece a nada visto antes: es metálico o rocoso, con un color rojo oscuro y, sobre todo, muy alargado. Su longitud es de al menos 400 metros y, después de girar cerca del Sol, se aleja a la vertiginosa velocidad de 95.000 km/h.
Queda un año para que vuelva a aproximarse a la Tierra el asteroide 2015 TB145, como ya lo hizo en 2015 alrededor de la noche de Halloween, una ocasión que no desaprovecharon los astrónomos para estudiar sus características. Este oscuro objeto tiene un tamaño de entre 625 y 700 metros, su periodo de rotación ronda las tres horas y, bajo determinadas condiciones de iluminación, su aspecto recuerda al de una calavera humana.
Recreación del paso de un asteroide sobre la Tierra. / ESA
Entre las misiones candidatas a medir nuestra capacidad tecnológica frente a las colisiones de asteroides figura AIM. Si fuera aprobada en diciembre por la Agencia Espacial Europea, se lanzaría en 2020 para probar comunicaciones ópticas y estudiar al asteroide Didymos y su luna. Un profesor de la Universidad de Alicante participa en esta iniciativa, todavía pendiente de financiación.
El 15 de febrero de 2013 el mundo estaba pendiente de la aproximación a la Tierra del asteroide (367943) Duende, pero de repente un superbólido cruzó la atmósfera y cayó cerca de la ciudad rusa de Cheliábinsk. Desde entonces se han escrito más de 200 estudios científicos para tratar de explicar la procedencia de este inesperado visitante, que causó daños en edificios y heridas leves a casi 1.500 personas. Conocer de forma precisa su velocidad de entrada en la atmósfera parece la clave para determinar su órbita.