Vincent Cheung, coautor del estudio, escuchando música. / MPI CBS
La música nos genera placer por la combinación de las expectativas que tenemos de una pieza y la sorpresa que sentimos al escuchar un tema. Esta es la conclusión de un equipo de científicos que ha estudiado 80.000 acordes de 745 canciones de pop.
Investigadores de la Universidad de Granada y del Instituto Andaluz de Astrofísica han estudiado por primera vez la música de una estrella pulsante con la ayuda de fractales. Según los científicos, estos astros emiten un continuo rumor susurrante de fondo. Con un algoritmo han logrado aislar la música estelar del ruido de una manera eficiente y sencilla para identificar mejor las estrellas variables.
La conectividad de la sustancia blanca, el tejido a través del cual se comunican las distintas áreas del sistema nervioso central, es clave para entender por qué nos gusta o no la música. Un nuevo estudio confirma que para que las personas sientan placer musical, es necesario que las estructuras cerebrales relacionadas con la recompensa trabajen conjuntamente con las vinculadas a la percepción.
Un equipo de investigadores del MIT ha desarrollado un sistema para convertir las estructuras moleculares de las proteínas en sonidos que se asemejan a pasajes musicales mediante inteligencia artificial. Luego, invirtiendo el proceso, ha introducido algunas variaciones en la música y la ha tranformado de nuevo en proteínas nunca antes vistas en la naturaleza.
Un estudio observacional de investigadores holandeses ha detectado que el riesgo de sufrir crisis epilépticas por parte de personas susceptibles aumenta hasta tres veces en presencia de luz estroboscópica, utilizada en los festivales de música dance. Por ello, piden medidas de prevención.
Según un estudio liderado por investigadoras de dos universidades catalanas, la tendencia machista del reguetón se está rompiendo con la aparición reciente de mujeres jóvenes que han dado un giro a sus mensajes a través de letras que contienen un fuerte componente feminista.
Dentro de los estudios sobre la interacción hombre-máquina, investigadores de la Universidad Pompeu Fabra han analizado un caso concreto: el papel que desempeña la intuición humana para dirigir una orquesta. Los resultados revelan las ventajas de usar un sistema personalizado que aproveche esa intuición, que todavía no ha conseguido la inteligencia artificial, a la hora de interpretar la música.
Tocar un instrumento musical o cantar son actividades que podrían ayudar a prevenir los problemas cerebrales y cognitivos asociados al envejecimiento. Esta es la principal conclusión de una revisión de estudios y un metaanálisis de un equipo científico de la Universidad de Granada.
Investigadores de la Universidad del País Vasco han desarrollado un método automático para clasificar las piezas musicales y generar nuevas melodías. El avance se enmarca dentro del proyecto BertsoBot, donde se programa a robots para cantar en verso.