Los finalistas de este año están encabezados por un tipo de medicamentos inyectables prometedores para los problemas de salud asociados a la obesidad. Además, también aparecen en el ranking, el desarrollo de terapias con anticuerpos que pueden ralentizar la neurodegeneración en los enfermos de alzhéimer o el descubrimiento de fuentes naturales de hidrógeno bajo la superficie de la Tierra.
En su selección anual de personajes, la revista científica británica ha incluido a cinco hombres y cinco mujeres que han marcado hitos en los ámbitos del espacio, la física, la lucha contra el cáncer, el cambio climático o la conservación del Amazonas, entre otros. La novedad de esta edición es que hay una plaza extra para un no humano: el chatbot de inteligencia artificial generativa creado por la empresa estadounidense OpenAI.
Las instituciones de la Unión Europea pactaron este viernes una norma pionera que permitirá o prohíbirá el uso de esta tecnología en función del riesgo que suponga para las personas. Además, busca impulsar a la industria europea frente a gigantes como China y Estados Unidos.
La aplicación ChatWords, desarrollada por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, revela que el popular chat de inteligencia artificial desconoce el 20 % del léxico español.
La digitalización y, concretamente, la inteligencia artificial no están muy extendidas en industrias tan tradicionales como la pesca. Sin embargo, esta última tecnología se utiliza ya para agilizar la obtención de datos y facilitar la toma de decisiones que favorezcan la sostenibilidad y la protección de los hábitats marinos.
Dos investigadores de la New York University y la Universidad Pompeu Fabra han desarrollado una red neuronal capaz de aprender nuevos conceptos y asociarlos con otros ya existentes. Los autores afirman que el avance puede servir para mejorar las capacidades de herramientas de IA generativa como el ChatGPT.
El nuevo prototipo de chip, desarrollado por investigadores de IBM Research en EE UU, combina la computación y la memoria para procesar datos de manera eficiente con menor consumo energético.
Es conocido que los algoritmos a menudo reflejan los errores y prejuicios de sus creadores, pero también puede ocurrir lo contrario: que personas aconsejadas por una IA sesgada adapten sus decisiones a lo que recomienda el agente artificial, incluso cuando ya no cuentan con su asistencia. Así lo revelan experimentos realizados en la Universidad de Deusto.
Mediante el uso de minimodelos del cerebro humano, la bioinformática y la inteligencia artificial, investigadores austriacos y suizos han desarrollado un sistema para identificar los tipos de células vulnerables y las redes de regulación génica que pueden estar detrás de los trastornos del espectro autista.
Un equipo internacional con participación española ha preguntado a la popular aplicación de inteligencia artificial cuáles eran las 100 prioridades de la investigación relativas a la vegetación. En sus respuestas, el chat no dio relevancia a temas como la captura de carbono, la importancia de mantener la biodiversidad genética o el contexto político.