Un vertido mucho mayor que el del Prestige liberó en Aznalcóllar un 25 de abril de hace 18 años dos millones de metros cúbicos de lodos tóxicos ricos en metales pesados y cuatro de aguas ácidas, dejando a su paso un rastro de destrucción en las cuencas de los ríos Agrio y Guadiamar. Los estudios para evaluar los daños en el suelo, vegetación y fauna del lugar no han tenido tregua desde entonces. Mientras, la mina se prepara para su reapertura en 2018.