Tras desaparecer en el año 2000, el bucardo, una subespecie de cabra montesa de los Pirineos, fue el primer animal del mundo en desextinguirse en 2003, pero solo durante unos minutos. Desde entonces no se ha logrado devolver a la vida a ninguna otra especie, aunque la ciencia actual sí permitiría ‘resucitar’ a un neandertal o incluso a Elvis Presley, según cuenta la científica británica Helen Pilcher. Aun así, la experta considera que estas tecnologías serían más eficaces para salvar especies al borde de la extinción.
Desde 1984, ningún investigador había vuelto a ver a la tortuga caimán en la naturaleza en Illinois, EE UU, donde es endémica. El reptil, considerado vulnerable, solo cría en cautividad desde entonces y algunos individuos son liberados para crear nuevas poblaciones. Un equipo de científicos ha encontrado ahora al que podría ser el último ejemplar en estado salvaje de esta especie, protagonista de #Cienciaalobestia.
La paloma migratoria o pasajera pasó en solo un siglo de ser el ave más abundante de Norteamérica a extinguirse. Un análisis de su ADN, extraído de ejemplares de museo, indica que tenían una diversidad genética sorprendentemente baja para pertenecer a una población enorme. El estudio, publicado en Science, sugiere que incluso las poblaciones grandes y estables pueden estar en riesgo de extinción por cambios medioambientales repentinos.
Una investigación liderada por el Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) y la Universidad Pablo de Olavide pronostica una alarmante reducción en el crecimiento de bosques reservas de la biosfera ante los eventos extremos y el cambio climático. Algunos bosques de abetos mediterráneos se encontrarían en grave peligro de extinción ante estos fenómenos de sequías extremas.
En 2001, los científicos reconocieron dos especies diferentes de orangutanes: el de Borneo y el de Sumatra. Un nuevo estudio publicado en Current Biology revela que en realidad en la isla indonesia de Sumatra habita una tercera especie, el orangután Tapanuli (Pongo tapanuliensis), que vive en el área de Batang Toru al norte de la isla, y del que solo quedan 800 ejemplares.
Las especies de aves que forman colonias, que son menos abundantes y que tienen áreas de distribución más amplias son más susceptibles de sufrir cambios en el tamaño de sus poblaciones y, por tanto, más vulnerables a la extinción. Ese es el principal resultado de un estudio que cuenta con la participación del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Los loros tropicales del continente americano está en declive por el impacto de la actividad humana, según un estudio científico publicado en la revista Biological Conservation por un equipo internacional en el que participa Juan Carlos Guix, de la Universidad de Barcelona.
En 2100 los océanos retendrán unas 310 gigatoneladas de dióxido de carbono generadas por la actividad humana, una cantidad suficiente como para disparar el inicio de la sexta extinción en masa que se producirá en los próximos miles de años. Esta es la conclusión a la que ha llegado un investigador estadounidense que ha asociado las perturbaciones que se han producido en el ciclo de carbono durante los últimos 542 millones de años con las cinco extinciones en masa anteriores.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha publicado la actualización más reciente de la Lista Roja de Especies Amenazadas. Según este documento, cinco especies de fresno en EE UU y los antílopes africanos han pasado a estar en peligro de extinción. Además, el murciélago de la Isla de Navidad en Australia se ha extinguido.
El alcaudón chico, la cerceta pardilla, el urogallo cantábrico, la náyade auriculada o margaritona, la nacra, la jara de Cartagena y el visón europeo son las siete especies que fueron declaradas ayer en situación crítica por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. A pesar de reconocer el grave peligro de estos animales, los ecologistas piden también la financiación adecuada para evitar la inminente extinción de estas especies.