El sistema de señalización Eph/efrinas, que regula la organización de los tejidos en los vertebrados, ya estaba presente en organismos unicelulares anteriores a los animales, en contra de lo que hasta ahora se pensaba, como acaban de descubrir investigadores del Instituto de Neurociencias en Alicante.
Molar inferior de 'Gigantopithecus blacki' estudiado con un tamaño de 13 milímetros. / Wei Wang, Theis Jensen.
Paisaje del área que rodea la cueva Chuifeng (China) donde fue encontrado el fósil. / Wei Wang
Un estudio, con participación española, ha recuperado la evidencia molecular más antigua sobre la evolución de los homínidos gracias a la reconstrucción de las proteínas del esmalte de un molar fósil del simio gigante extinto Gigantopithecus blacki de dos millones de años de antigüedad. Su análisis ha logrado resolver la duda de si perteneció o no al linaje humano.
Vista dorsal y lateral del cráneo original y de la imagen tomográfica de Gallotia auaritae. / ICP
Un equipo internacional de científicos ha analizado el único cráneo fósil, de entre 2,58 millones de años y 126.000 años de antigüedad, encontrado hasta el momento del lagarto gigante de la isla de La Palma, Gallotia auaritae. Las imágenes precisas, tomadas a través de tomografía computarizada, han permitido determinar las relaciones de parentesco con otras especies de lagarto gigante insulares y continentales.
Fémur de Aegyptopithecus zeuxis de la formación Jebel Quatrans (Egipto) excavado en 2009./ ICP
Un chimpancé juega con un babuino en Gombe Stream Research Center (Tanzania)./ © Kristin J Mosher
El análisis de los fósiles de Aegyptopithecus zeuxis, un ancestro común de los hominoideos (simios antropomorfos como los chimpancés y humanos) y cercopitécidos (monos del Viejo Mundo) revela que la estructura de la cadera de ambos se separó en direcciones opuestas durante el Oligoceno (hace más de 23 millones de años), dando lugar a diferentes posibilidades de movimientos.
Las mujeres pueden concebir sin clímax y también orgasmar sin necesidad de penetración. El placer femenino no es necesario para la reproducción. Un equipo de científicos cree que en las humanas antiguas la ovulación era inducida por la cópula, como en las gatas y las conejas.