Con observaciones de los telescopios XMM-Newton de la ESA y Chandra de la NASA, investigadores del Instituto de Ciencias del Espacio han comprobado que estas estrellas son entre 10 y 100 veces más frías que otras de su edad. El hallazgo invalida alrededor del 75 % de los modelos conocidos sobre estos densos objetos.
En agosto de 2017, los detectores LIGO-Virgo registraron unas ondas gravitacionales muy diferentes a las que los científicos estaban acostumbrados: iban acompañadas por luz. Apoyados por más de setenta observatorios terrestres y espaciales, los investigadores acaban de revelar que las señales procedían de la fusión de dos estrellas de neutrones, la primera detectada en la historia.
La luz intermitente que emiten los púlsares, los relojes más precisos del universo, sirve a los científicos para verificar la teoría de la relatividad de Einstein, sobre todo cuando estos objetos se emparejan con otra estrella de neutrones o una enana blanca e interfiere su gravedad. Pero esta teoría se podría analizar mucho mejor si se encontrara un púlsar con un agujero negro, salvo en dos casos puntuales, según informan investigadores de España y la India.
Descubrir un pulsar orbitando un agujero negro podría ser el ‘santo grial’ para testear la gravedad. / SKA Organisation/Swinburne Astronomy Productions
Nanda Rea, investigadora del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC), ha sido galardonada con la Medalla Zeldovich. La científica recibe este premio por su contribución al estudio de las estrellas de neutrones, y en particular por descubrir que estas estrellas pueden tener bajos campos magnéticos e ir variando su intensidad en contra de lo que se creía previamente.
En un estudio reciente, un grupo de investigadores con participación española han podido concretar algunas de las características de las estrellas de neutrones, como la masa máxima y el radio de la estrellas más ligeras, utilizando los datos de un experimento de iones pesados realizado en un acelerador de partículas.
Científicos de la Universitat de València publican esta semana en Astrophysical Journal Letters un estudio que ayuda a comprender mejor cómo se producen las explosiones cósmicas más grandes. Se trata de los destellos de rayos gamma, tan luminosos como todas las estrellas visibles desde la Tierra y que, además, producen ondas gravitatorias en el espacio que hasta hoy no se han podido detectar.