Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado una tecnología para el reconocimiento de la motivación de los trabajadores en la industria del futuro. El sistema, denominado Maslow 4.0, está basado en la pirámide de Maslow y recoge las señales fisiológicas de las personas mediante un sensor de electrocardiograma, mientras que una serie de cámaras rastrea sus emociones.
El nivel de satisfacción de las personas con su propia vida influye más sobre la salud que las emociones que experimentan en su día a día. Esta es una de las principales conclusiones a las que llegó un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid. El trabajo, apoyado por la OMS, se basó en testimonios de personas con diferentes niveles de ingresos en nueve países.
Investigadores de las universidades Rey Juan Carlos y la Internacional de La Rioja han utilizado técnicas de neuromárketing para analizar las respuestas emocionales de varios voluntarios al visionar anuncios de televisión, donde se manifiestan estados de ánimo como la alegría y la sorpresa. El anuncio con mejores resultados y el más atractivo para los participantes ha sido el relacionado con la tristeza.
Aunque demos por hecho que cualquier humano sobre la faz de la tierra es capaz de reconocer en un rostro el miedo o la amenaza, posiblemente esta idea, aceptada desde los años 60, esté equivocada. Un equipo científico, en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid, ha analizado las reacciones de adolescentes de España y de una isla de Oceanía ante diferentes caras. Su trabajo prueba que no todos identificamos las mismas emociones.
Basados en una muestra amplia de la población española, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han analizado el bienestar y su relación con la mortalidad. Los resultados sugieren que experimentar emociones positivas contribuye a vivir más.
Para una persona de edad avanzada interpretar de forma correcta la expresión facial de su interlocutor no es una tarea sencilla, algo que se complica si este gesticula o le habla a la vez. La pérdida de habilidades cognitivas explica esta merma en sus capacidades, que no experimentan los jóvenes, tal y como revela un estudio en el que participan la Universidad Complutense de Madrid y la UNED.
Investigadores de Cataluña han demostrado cómo la asociación de una carga emocional positiva con un estímulo determinado mejora la capacidad de retención de estímulos futuros del mismo tipo. Los efectos de la carga emocional positiva sobre el almacenamiento de recuerdos no se observan hasta pasadas 24 horas, es decir, es necesario que el participante haya dormido.
Por primera vez, un equipo internacional de científicos ha demostrado que la amígdala cerebral humana es capaz de extraer información de manera ultrarrápida sobre posibles amenazas que aparecen en la escena visual. Con el estudio de amígdalas de pacientes que tenían implantados electrodos en estas regiones para diagnosticar epilepsia, los expertos han conseguido nuevos datos sobre cómo viaja la información entre el circuito visual y el emocional.
De la colaboración entre un dúo artístico y un neurocientífico nació Data Drops, un proyecto de escultura de datos gracias al cual es posible ver cómo ‘bailan’ las emociones sobre un portaobjetos. El proyecto se traslada ahora a Zaragoza dentro de la exposición “Reverberadas. Exploraciones sobre arte digital y ciencia”.
Una sonrisa puede generar en los demás las ganas de sonreír y lo mismo ocurre con un ceño fruncido. El instinto de imitación facial permite a los humanos empatizar. Dos psicólogas sociales estadounidenses han investigado cómo se procesa esta acción en el cerebro. Según ellas, comprenderlo podría mejorar el tratamiento de trastornos relacionados con el reconocimiento de emociones, como los del espectro autista.