Investigadores españoles demuestran que la exposición de las embarazadas a un compuesto químico, conocido como DDE, está asociada con un rápido aumento de peso del bebé durante los primeros seis meses de vida. Este incremento potencia el riesgo a padecer obesidad durante la infancia.
Altos niveles de DDE en las madres aumentan el riesgo del bebé de sufrir un crecimiento acelerado en los primeros meses de vida.