En plena polémica por el cierre definitivo del proyecto gasista Castor, debido a los terremotos registrados en 2013, investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid acaban de publicar un trabajo que respalda que la sismicidad anómala registrada tras la inyección está relacionada con las operaciones en la plataforma. El estudio, que ha permitido describir la actividad sísmica antes y después de las operaciones, ofrece datos que pueden ser utilizados como indicadores para monitorizar terremotos en el futuro.
Un nuevo informe encargado al Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) por el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital concluye que la falla de Amposta fue sometida a estrés como consecuencia de la inyección de gas del proyecto Castor, lo que desencadenó una secuencia de terremotos en la costa de Castellón en 2013. El informe ha sido elaborado aplicando nuevos paradigmas que integran la geología, geofísica y geomecánica.
Los castores europeos convivieron con los primeros europeos en Atapuerca (Burgos) desde hace 1,4 millones de años, según demuestran los abundantes fósiles hallados por un equipo de la Universidad de Zaragoza. Sin embargo, no existen pruebas de aprovechamiento de la carne o la piel de estos animales por parte de los neandertales, como hicieron posteriormente los europeos hasta la Edad Media. El trabajo evidencia que estos animales no deberían tratarse como una especie invasora.
Un análisis científico relaciona la secuencia de terremotos en el área de la plataforma Castor, frente a las costas de Castellón, con la inyección de gas en las rocas bajo el fondo marino del campo petrolífero de Amposta, ya agotado. Esta inyección era una de las primeras pruebas del Proyecto Castor, que planeaba almacenar una gran reserva subterránea estratégica de gas natural.
El debate político y social en torno a los sondeos petrolíferos en Baleares y el golfo de Valencia no da tregua. Si hace unos meses se sucedían las manifestaciones masivas, en las últimas semanas toman el relevo cadenas humanas y senadores díscolos a las filas de su propio partido. Pero, ¿está justificado el revuelo social? No hay consenso entre conservacionistas y científicos, que reclaman "menos opinión y más información".