En mayo de 1980 se dio por erradicada la viruela, pero la historia empezó mucho antes, cuando el médico alicantino Francisco Javier Balmis ideó un sistema para que la vacuna llegara de España a América y convenció a Carlos IV para que lo financiara. A falta de herramientas de refrigeración, 22 niños expósitos transportaron en su propio cuerpo el virus, que se les iba inoculando de forma escalonada para mantenerlo vivo.