Un estudio en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha propuesto una nueva aproximación para explicar el origen de la vida en la Tierra basada en la química de sistemas. Según este planteamiento, los primeros seres vivos, que aparecieron hace más de 3.500 millones de años, surgieron en medios heterogéneos, que posibilitaron una química suficientemente compleja.
Después de realizar dos perforaciones en las entrañas de Río Tinto en 2011 y dejar pasar un año para que se asentaran, ingenieros y científicos del Centro de Astrobiología (INTA–CSIC) han colocado esta semana sensores en los pozos. El objetivo es monitorizar en tiempo real todos los parámetros fisicoquímicos de las perforaciones y la transmisión de la actividad metabólica del subsuelo por control remoto. Comienza así la segunda fase del proyecto Iberian Pyritic Belt Subsurface Life Detection, IPBSL.
Un equipo internacional de investigadores, liderado desde el Centro de Astrobiología y el Instituto de Estructura de la Materia, informan de la presencia de ión amonio o NH4+ en el espacio. La revista The Astrophysical Journal Letters publica la novedad astroquímica.
Aprovechando su participación en el ciclo “Del Cosmos al Celuloide. La Astrobiología a través del Cine”, que se celebra en CosmoCaixa Madrid hasta el próximo día 12 de diciembre, el geólogo Jesús Martínez Frías ha hablado con SINC de la utilidad de estas jornadas, que defienden el uso del séptimo arte para conectar sociedad e investigación.
La ingente cantidad de datos que proporcionan instalaciones astrofísicas como el observatorio espacial Herschel y la red de radiotelescopios ALMA en Chile requiere una gran capacidad de cálculo. Entre los centros donde se gestiona esta información se encuentra el Centro de Supercomputación de Galicia (CESGA) con el superordenador Finis Terrae.
Científicos de la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro de Astrobiología iniciaron una fase de perforaciones en Río Tinto, al sur de España, en búsqueda de vida microbiana que pudiera desarrollarse en el subsuelo de Marte.
¿Hay vida fuera de la Tierra? Para responder a esta pregunta los científicos se han fijado desde hace tiempo en Marte. Pero identificar los posibles indicios de vida requiere un trabajo previo para comprender las características de las formas de vida que sobrevivirían en las condiciones del planeta rojo. La Universidad de Burgos, que estudia los microorganismos terrestres extremófilos (que sobreviven en condiciones extremas), ha sido pionera en aplicar una técnica conocida como espectroscopía Raman a la Astrobiología.
Tras tres semanas de intenso trabajo, Fernando Rull, responsable de la Unidad Asociada CSIC-UVA al Centro de Astrobiología, y Antonio Sansano, uno de los miembros de su equipo, han regresado satisfechos a Valladolid. El pasado 6 de agosto partieron rumbo al Ártico con el objetivo de probar el espectómetro Raman-Libs, uno de los instrumentos que se enviará a Marte en el marco de la misión Exomars, cuyo fin radica en encontrar signos de vida en el planeta rojo. Según ha precisado a DiCYT Fernando Rull, las expectativas “se han cumplido muy bien” y se ha constatado el funcionamiento del Raman en modo remoto a partir de 150 metros.
Caracterizar geomicrobiológicamente el subsuelo de un entorno árido salino y probar nuevos equipos de detección de vida en ambientes extremos es el objetivo de la campaña que un grupo de científicos del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), en colaboración con la chilena Universidad Católica del Norte, va a iniciar en el desierto de Atacama (Chile) a finales de julio.