En 1931 una niña de once años recogió un pequeño fragmento de la bola de fuego que acaba de estallar sobre los cielos de Ardón, un pueblo de León. Durante décadas mantuvo su preciado tesoro oculto en una cajita; hasta hoy, que se ha presentado en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Madrid. Se trata de una condrita ordinaria, un tipo de meteorito relativamente común pero que cuenta una historia de 4.565 millones de años.