Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha evaluado la robustez de las cadenas tróficas polares frente a posibles impactos climáticos. Según sus conclusiones, el ecosistema ártico es más vulnerable al efecto de cascada trófica porque cuenta con mayor número de depredadores.
Andrés Barbosa es un investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que ha estudiado la relación entre la ecología, la morfología y la fisiología de las aves en distintos tipos de hábitats. Ha participado en 8 campañas antárticas y una en el Ártico, y lidera el proyecto PINGUCLIM que tiene como objetivo principal el estudio de los efectos del cambio climático sobre la fisiología de los pingüinos antárticos.
El centro de investigación AtlantTIC de la Universidad de Vigo pisará por segunda vez la Antártida gracias a su sensor hiperespectral, una ‘cámara' con centenares de bandas que se ha probado en el continente helado. Este pequeño dispositivo ya ha suscitado el interés de países como Portugal, Italia y Corea.
Vista en falso color de la capa de ozono antártica. Los colores púrpura y el azul indican dónde hay menos ozono, y los amarillos y rojos dónde hay más. Imagen: NASA.
Investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas han desarrollado una técnica que identifica las rutas de transporte de partículas en el vórtice polar antártico, el cinturón de vientos del continente helado. El método matemático ayuda a comprender mejor cómo evoluciona el agujero de la capa de ozono.
Los primeros análisis del núcleo de sedimentos más antiguo jamás hallado en el Ártico demuestran que en esta zona se produjeron intervalos más cálidos de lo que se pensaba durante los últimos 2,8 millones de años que coincidieron con el declive de la capa de hielo del oeste de la Antártida. Un equipo internacional sugiere incluir estos nuevos datos en los modelos climáticos que predicen el clima futuro.
Hasta ahora, la comunidad científica sospechaba que el aumento de los niveles de CO2 y el calentamiento global que puso fin a la Edad de Hielo (hace 10.000 años) estaban relacionados. Un nuevo estudio internacional, financiado por la Fundación Nacional de Ciencia de EE UU y publicado esta semana en la revista 'Nature', confirma esta relación causa-efecto.
Las diferencias que se observan en el color del pico de las distintas poblaciones de pingüino papúa (Pygoscelis papua) parecen responder a las variaciones en la disponibilidad de krill. Así lo demuestra un estudio realizado en la Antártida por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).
Investigadores del Centro de Astrobiología (CAB, INTA-CSIC) han identificado 30 nuevos genes en microorganismos de río Tinto (Huelva), un entorno muy ácido y con metales pesados. El hallazgo podría ser de interés en procesos de descontaminación, industriales o en biominería. Científicos del CAB también han partido esta semana para estudiar microorganismos en otro ambiente extremo de la Tierra: la Antártida.