Ingenieros de Montes de la Escuela Politécnica de Mieres (Asturias) han estudiado la influencia de las diez especies más comunes de los montes de Asturias y Galicia a la hora de mitigar el cambio climático, con modelos matemáticos para cuantificar cuánto dióxido de carbono absorbe una masa forestal.
La respuesta de los árboles al cambio climático es compleja y depende de múltiples factores ambientales, así como de procesos internos relacionados con la ontogenia y la demografía, según un estudio internacional liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC.
Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas han analizado más de 55.000 parcelas en 11 tipos de bosques diferentes en Europa hasta determinar que los bosques con mayor variedad de especies de árboles producen de media un 24% más de madera que aquellos que presentan un solo tipo de árbol.
Un estudio canadiense, publicado en Nature Geoscience, cuestiona la eficacia de plantar bosques en terrenos ocupados por áreas de cultivo para luchar contra el cambio climático, porque las temperaturas registran descensos “poco significativos”. Sin embargo, en los trópicos el calentamiento disminuye más, comparado con las zonas nórdicas y boreales.
Un estudio español establece cinco patrones atmosféricos que favorecen la aparición de un incendio provocado por rayos en el noroeste de la Península Ibérica. El objetivo es crear nuevos métodos para predecir tormentas, donde se acumula la carga eléctrica que desencadenará el rayo.
Aunque ahora se venden pequeños abetos de vivero, durante los años ’70 y ’80, el abeto español o pinsapo (Abies pinsapo), que sólo existe de forma natural en Andalucía, fue el árbol que cada navidad decoraba los hogares del sur de España. La tala de pequeños abetos en época navideña provocó la propagación a largo plazo de un hongo patógeno. Pero los incendios y los efectos del cambio climático también merman este árbol que, en la actualidad, está en peligro de extinción.
Daniel García, investigador del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, ha observado junto con Regino Zamora de la Universidad de Granada, y Guillermo Amico de Imbioma-Conicet (Argentina), que la abundancia de aves que se alimentan de frutos es un buen indicador del proceso de dispersión de semillas de árboles y arbustos a lo largo del paisaje del bosque cantábrico, el monte bajo mediterráneo y el bosque patagónico. El trabajo se ha publicado en Conservation Biology, la revista científica más citada en su campo.
Los ecosistemas son imprescindibles para preservar la calidad de vida de los seres humanos, y la sociedad debe saberlo. Así se ha expresado Miren Onaindia, bióloga y responsable del grupo de investigación de Ecología Forestal y Recursos Naturales de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El grupo lleva 20 años estudiando los bosques de Euskadi y en la actualidad se dedica a la evaluación del estado de los ecosistemas, para lo cual se han centrado en la biodiversidad.
Las propiedades de las hojas se pueden desvelar con ultrasonidos.