Una revisión de más de 80 trabajos concluye que tomar ácido fólico, magnesio y productos lácteos puede ayudar a reducir el riesgo de tumores de intestino y desmiente el efecto protector del ajo, la cebolla, el té, el café y el pescado. Se necesitan más investigaciones para confirmar estos resultados y establecer dosis.
El ácido fólico es vital para la renovación y crecimiento de las células y se encuentra, principalmente, en las verduras. Una investigación en la que participa la Universidad Complutense de Madrid alerta del aporte insuficiente de esta vitamina en la mayoría de los españoles, sobre todo en las mujeres, en las que el aporte aconsejado se alcanza solo en un 3% de los casos. Mejorar su ingesta es necesario para evitar algunas malformaciones del feto en la etapa gestacional.
El ácido fólico, una vitamina que a menudo falta en la dieta y se añade a los alimentos, es muy vulnerable a los tratamientos térmicos y al almacenamiento, pero ahora investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia han logrado encapsularlo en micropartículas para liberarlo de forma controlada en el intestino. La técnica se ha utilizado para enriquecer zumos y yogures con un ácido fólico estable y resistente a los cambios de temperatura, luz y pH.
Científicos de la Universidad de Granada señalan que el consumo de ácido fólico y aceite de pescado, administrados de forma no simultánea durante la gestación, tiene efectos positivos sobre la atención en el niño a los 8,5 años, ya que mejora las funciones ejecutivas, la alerta y la orientación. Estos efectos disminuyeron cuando dicha suplementación se tomó a la vez que el omega-3.
Un estudio de María Luisa Martínez Frías, directora del Centro de Investigación Sobre Anomalías Congénitas (CIAC- ISCIII) aconseja que, además de las mujeres, los hombres tomen pequeñas cantidades de ácido fólico y abandonen el consumo del tabaco y el alcohol, al menos, tres meses antes de buscar el embarazo. El objetivo, que las niñas y niños nazcan sanos.