La científica ha sido galardonada en la XVII edición de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente por demostrar de forma pionera que el aumento de las temperaturas en todo el globo afecta a las migraciones de especies tanto marinas como terrestres.
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente ha sido concedido en su XVII edición a Camille Parmesan por demostrar que “las especies salvajes modifican su distribución geográfica en respuesta al cambio climático”, según destaca el jurado.
A mediados de los años 90, la galardonada comprobó que varias tipos de mariposa en EE UU y Europa se estaban desplazando hacia el norte y hacia zonas más elevadas debido al aumento de las temperaturas.
Asimismo, corroboró que el mismo impacto del cambio climático se está produciendo en miles de especies de plantas en todo el planeta.
El calentamiento deja “una huella globalmente coherente” sobre la biodiversidad, un trabajo que en palabras del jurado “ha sentado las bases de la ecología del cambio climático”.
Su investigación, por todo ello, ha tenido una importancia fundamental para el diseño de políticas eficaces de como la creación de corredores para conectar hábitats, migraciones asistidas y áreas protegidas que permitan preservar a plantas y animales afectados por el aumento de las temperaturas, tal y como afirma el acta.
Nacida en Houston (EEUU), la profesora Parmesan se formó y desarrolló la primera parte de su trayectoria académica en la Universidad de Texas y en la Universidad de Plymouth. Actualmente está trabajando en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia.
Comenzó su carrera investigadora estudiando las interacciones entre insectos y plantas. Cuando estaba a punto de completar el doctorado, presentó una propuesta a la NASA para estudiar el impacto del cambio climático en la mariposa doncella de Edith, una especie (Euphydryas editha) que ya se sabía que era sensible a la variabilidad climática.
"No valía con demostrar que el cambio existía, yo tenía que poder decir que ese cambio se debía sí o sí al cambio climático”
Tras recorrer la costa oeste de América del Norte, desde México hasta Canadá, Parmesan, encontró que la mariposa se establecía en latitudes y altitudes cada vez más elevadas debido al cambio climático
“Creo que este fue un salto auténticamente innovador en la investigación en ecología”, afirma la galardonada.
“La pregunta de si el cambio en el clima ha afectado a una especie salvaje a nivel global no se puede abordar mediante experimentos. No valía con demostrar que el cambio existía, yo tenía que poder decir que ese cambio se debía sí o sí al cambio climático”, cuenta.
El siguiente paso fue realizar estos mismos estudios, pero a una escala de especies muchísimo mayor, abarcando miles de especies de plantas y de animales, tanto terrestres como marinos.
De hecho, en los últimos años se empiezan a ver las primeras extinciones de especies directamente ligadas al cambio climático, como el roedor Melomys rubicola o el sapo dorado (Incilius periglenes). “Estamos viendo cambios a un ritmo que jamás podría haber previsto hace 10 o 20 años”, alerta la galardonada.
Desde que publicó el artículo sobre la metodología de la atribución —fundamentada en un análisis de 1.700 especies—, Parmesan se convenció de la necesidad de difundir su mensaje en los foros de biología de la conservación.
“El cambio climático está muy por encima de cualquier efecto local como las especies invasoras o la destrucción de hábitats. Si lo ignoramos, conseguiremos extinguir todas las especies en los espacios que hemos diseñado para protegerlas”, sostiene.
“Las zonas en las que se pueden cultivar plantas y peces están cambiando, y los pescadores ya notan que las especies que pescan no son las mismas que antes”
Por ello, defiende que el objetivo de las estrategias de conservación no debe centrarse en una especie en concreto, sino en preservar la biodiversidad en general.
Para especies como el oso polar, que se extinguen irremediablemente, la galardonada argumenta que es mucho mejor dejar que se creen híbridos con especies cercanas, como el oso grizzly, que tratar de preservar su pureza.
“Si dejamos que se produzcan hibridaciones como esta, conservamos esos genes en el ecosistema de modo que, cuando algún día estabilicemos el clima y logramos que se vuelva a enfriar, estén ahí esos genes para volver a evolucionar hacia especies resistentes al frío. Si hacemos lo contrario y prevenimos estas mezclas, vamos a perder mucha diversidad genética”, argumenta
A corto plazo el cambio climático, según la profesora, tiene un impacto muy directo sobre los sistemas de agricultura y pesca, tanto cultivada como salvaje: “Las zonas en las que se pueden cultivar plantas y peces están cambiando, y los pescadores ya notan que las especies que pescan no son las mismas que antes”.
Las enfermedades también se están desplazando hacia los polos. Incluso hay patógenos que resurgen al derretirse el hielo ártico, y entre los renos de los que se alimentan las poblaciones inuit se están documentando casos de ántrax contraídos al emitirse a la atmósfera la bacteria que causa esta enfermedad. Además, el aumento del CO2 en la atmósfera está disminuyendo la calidad nutricional de las plantas, cosa que ahora comienza a preocupar a los nutricionistas”.