Los sonidos de baja frecuencia producidos por los buques de carga no solo afectan a los grandes mamíferos marinos. Un nuevo estudio demuestra que algunos invertebrados también son sensibles a estos ruidos, como es el caso de las ostras, protagonistas de #Cienciaalobestia, que cierran sus conchas como señal de estrés para proteger sus blandos cuerpos.