Implantarse un microchip de identificación bajo la piel es, para algunos, el siguiente paso natural hacia el "internet de las cosas" y una puerta hacia un futuro en el que la tecnología estará al servicio del ser humano, directamente incrustada en su cuerpo.
Una empresa belga de software ha implantado esta tecnología en algunos de sus empleados para facilitar la apertura de puertas o el acceso a ordenadores.
Sin embargo esto puede suponer una pérdida de libertad y de privacidad para estos empleados, aunque la empresa se defiende asegurando que "no somos el Gran Hermano".