Investigadores de la Universidad de Washington (EE UU), en colaboración con la INTERPOL, han analizado el ADN de 14 toneladas de colmillos de elefante incautados con el objetivo de rastrear su procedencia. Los resultados indican que, en la última década, la caza furtiva se ha concentrado en dos zonas: en la sabana al sureste de Tanzania y parte de Mozambique, y en la selva en una zona protegida que atraviesa Gabón, República del Congo, Camerún y República Centroafricana.