Dos grados: un suicidio. Ése es el grito con el que cientos de africanos han querido despertar las conciencias sobre el calentamiento global del Planeta. La cumbre en Copenhague, calificada de vital para el futuro del clima, avanza sin señales para el optimismo. El gran acuerdo que exigen los representantes diplomáticos se antoja cada vez más complicado. Transcurridos dos días, y a nueve para el final de la cumbre, no hay quorum para fijar de una vez por todas las pautas mundiales para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero.
A una semana de la llegada del presidente de EEUU, Barack Obama, se multiplican las propuestas con condiciones. Entre ellas la de China, que promete reducir más de un 40 % su CO2 siempre y cuando Europa y EEUU asuman su culpa por la situación actual y tomen medidas más severas. Demanda a la que se suman el resto de países emergentes y que ya ha provocado el primer mensaje derrotista de Rusia, que anuncia que esta cumbre se cerrará en falso sin un acuerdo de mínimos como el que planteaba en su borrador el gobierno danés y que ya ha sido criticado por su permisividad con los países ricos.
