Cerca de 550 perros de la Guardia Civil entrenan cada día para ayudar a resolver todo tipo de casos. Las principales misiones de estos “agentes de élite” son la detección de drogas, explosivos, y tareas de seguridad y rescate.
“También detectan tabaco, papel moneda, cebos envenenados, restos biológicos, cadáveres sumergidos y armas detonadas”, añade el capitán Javier Aro.
Para adiestrar los canes, hay unos 440 guías distribuidos por todas las comandancias de la Guardia Civil. Entrenados a partir de los 10 ó 12 meses de edad, suelen tener una vida laboral de entre 8 y 10 años. Un equipo de veterinarios supervisa constantemente la salud de los animales, cuyas lesiones más comunes son las de tipo traumático.
Con 60 años recién cumplidos, el servicio canino de la Guardia Civil ha ido evolucionando desde la búsqueda de bandoleros, en su primera época, hasta el entrenamiento para enfrentar las amenazas actuales, como el terrorismo yihadista.