No muchos recuerdan un acto que estuvo muy ligado al Mundial de Fútbol que se celebró en España: la inauguración de Torrespaña, un 7 de junio de 1982. Conocido popularmente como el Pirulí, se convirtió instantáneamente en uno de los símbolos más emblemáticos de la capital de España, que ha protagonizado desde su inauguración los principales hitos en la evolución del sector audiovisual español.
Más de cuatro décadas después de su inauguración, sus 232 metros de altura cumplen dos misiones fundamentales: ser el principal centro emisor de televisión y radio en Madrid y el centro nodal desde el que se distribuyen los programas hacia el resto del Estado. En sus instalaciones trabajan unos veinte profesionales especializados que se reparten en turnos de ocho horas ya que el Pirulí funciona 24 horas y 365 días del año.