Hace más de 60 años, el 26 de junio de 1954, se conecta a la red eléctrica la primera planta de energía nuclear. El escenario fue la ciudad de Óbninsk, cerca de Moscú, en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La energía nuclear cruzó entonces la línea que separaba su uso militar hacia el civil, para dar servicio eléctrico a la industria y la población en general. Desde aquel momento los debates en torno a las ventajas y peligros de este tipo de fuente energética no han cesado en todo el mundo, sobre todo tras los accidentes de Chernóbil (actualmente en el norte de Ucrania), Three Mile Island (EE UU) y Fukushima (Japón).
En cualquier caso, gracias a su central, Óbninsk se convirtió en el primer ‘naukogrado’ o ‘ciudad de ciencia’ rusa. Esta localidad, de poco más de 100.000 habitantes, cuenta hoy con numerosos institutos de investigación sobre física e ingeniería energética, además de tener un centro de referencia en radiología médica.