El 24 de agosto del año 79 d.C. (según la datación tradicional, aunque nuevas hipótesis apuntan a que pudo ocurrir dos meses más tarde) un brusco estampido despertó a los habitantes de Pompeya y Herculano. Eran dos ciudades de la Antigua Roma situadas frente a la bahía de Nápoles y a los pies del monte Vesubio, uno de los volcanes más violentos del mundo.
Las entrañas del Vesubio comenzaron a brotar. Columnas de gases de hasta 15 km se alzaban imponentes ante los ojos de los ciudadanos de estas dos antiguas ciudades. El volcán ya había despertado años atrás con fugas de humo similares a las que la población estaba acostumbrada, pero en esa ocasión su furia fue mucho mayor.
Sobre Herculano comenzó a caer un lodo compuesto por cenizas, lava y lluvia que inundó y sepultó las calzadas, las casas y todo rincón de la ciudad. Mientras, en Pompeya la erupción se manifestó en un inicio en forma de finísimas cenizas a las que siguió una lluvia devastadora de lapilli, pequeñas piedras volcánicas de varios kilogramos de peso.
Los vapores de azufre emitidos por el Vesubio comenzaron a penetrar por las ventanas y hendiduras de las casas. Aunque la población trató de huir, la mayoría quedó atrapada en el fango, sepultada bajo la lluvia de lapilli o envenenada por los gases tóxicos.
En menos de 24 horas la cólera de este volcán acabó con la vida de aproximadamente 5.000 personas.
Ambas ciudades quedaron cubiertas por gruesas capas de cenizas y sus localizaciones acabaron en el olvido durante siglos. No fue hasta 1738 cuando Herculano fue descubierta, lo que dio pistas sobre dónde podría encontrarse Pompeya, hallada diez años después.
Durante las excavaciones se encontraron unos 2.000 cuerpos solidificados en ceniza que muestran el último momento de su agonía y la expresión de terror en sus rostros. Entre estas 'momias' se pueden observar personas en posiciones fetales, parejas abrazándose o padres tapando la boca a sus hijos para evitar la inhalación de los gases.
Actualmente, el Vesubio sigue activo, y su última erupción tuvo lugar en 1944, destruyendo buena parte de la ciudad de San Sebastiano.