“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”. Con esta sencilla fórmula se refería Óscar Wilde al arte que le convirtió en una celebridad y en uno de los autores más reconocidos del Londres victoriano. Dramaturgo, poeta y ensayista, la carrera de Wilde fue bruscamente interrumpida por un juicio que le convirtió en el blanco de las iras de la puritana sociedad de la época.
Acusado de sodomita por el marqués de Queensberry, padre de su amigo y amante Alfred Douglas, Wilde cometió el error de denunciarle por calumnias. En el juicio, que perdió y dilapidó su fortuna, salieron a relucir las prácticas homosexuales del escritor, provocando un escándalo y un nuevo juicio. Acusado de indecencia grave, Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzosos, una experiencia que describió en su obra De profundis.
El escritor nació el 16 de octubre de 1854 en Dublín (Irlanda, por entonces perteneciente al Reino Unido) y murió en París, el 30 de noviembre de 1900, por un ataque de meningitis.