Un estudio internacional, que se publica hoy en la revista Science, revela que los remolinos marinos pueden alcanzar una profundidad de hasta 2.500 metros y desde ahí, transportar a miles de kilómetros calor, larvas y sustancias químicas de las fumarolas termales del océano –fuente importante de calcio, magnesio y metal de donde se sospecha que surgió la vida–. Hasta ahora, se desconocía el medio de transporte de estos materiales.
Los investigadores analizaron larvas y sustancias químicas del dorsal del Pacífico oriental, donde abundan las fumarolas. Parte de ellas se depositó allí cuando el flujo de las corrientes marinas aumentó por los remolinos de mesoescala (similares a huracanes en la atmósfera). Los resultados demuestran también que los remolinos pueden causar cambios atmosféricos en las profundidades oceánicas.