La destrucción del hábitat de los árboles, primera causa de pérdida global de biodiversidad, afecta con diferente intensidad a las especies que dispersan sus semillas por el viento y a las que lo hacen por animales. Científicos españoles confirman en Science que, frente a la deforestación, los árboles que se dispersan gracias al viento son más vulnerables que los que lo hacen con la ayuda de animales, siempre y cuando éstos animales no desaparezcan también del ecosistema.