¿Qué pueden hacer los países en vías de desarrollo para cambiar la historia epidémica del sida en las próximas décadas? ¿Cuánto costará prevenir nuevas infecciones y ampliar el acceso al tratamiento? ¿Qué países desarrollarán sus propias iniciativas y cuáles dependerán de la ayuda internacional? Las respuestas a estas incógnitas, publicadas esta semana en la revista The Lancet, no parecen optimistas para los países con menores recursos económicos y más carga de la enfermedad.