¿Qué pueden hacer los países en vías de desarrollo para cambiar la historia epidémica del sida en las próximas décadas? ¿Cuánto costará prevenir nuevas infecciones y ampliar el acceso al tratamiento? ¿Qué países desarrollarán sus propias iniciativas y cuáles dependerán de la ayuda internacional? Las respuestas a estas incógnitas, publicadas esta semana en la revista The Lancet, no parecen optimistas para los países con menores recursos económicos y más carga de la enfermedad.
Los expertos del grupo de financiación del proyecto sida2031, compuesto por especialistas de todo el mundo y encabezado por el Instituto para el Desarrollo de Resultados (R4D), con sede en Washington (EE UU), miran con preocupación las consecuencias de la crisis económica mundial y el reciente estancamiento de la investigación en VIH y sida.
“Estancar los fondos disparará las nuevas infecciones hasta 3,2 millones en 2015, en comparación con los 2,3 millones de 2009”, avisan dichos expertos, autores de un artículo, publicado esta semana en The Lancet, sobre los requisitos financieros de varios escenarios potenciales de la pandemia VIH/sida hasta 2031, año que marcará el 50 aniversario del descubrimiento de la enfermedad.
Hasta 2031, el gasto total oscilará entre 397.000 y 722.000 millones de dólares en los países con ingresos bajos y medios. Para Robert Hecht, director gerente de R4D y uno de los autores principales del estudio, "las cifras son desorbitadas, dada la delicada situación que atraviesa actualmente la economía mundial. Pero los países tienen varias alternativas para gastar ese dinero de manera más inteligente".
El dato de estimación más bajo corresponde a los países que adoptan lo que los expertos llaman "opciones difíciles” - medidas enfocadas a realizar actividades de prevención de alta eficacia demostrada -, mientras que la estimación más alta corresponde a tecnologías y tratamientos modernos para todas las personas que los necesiten (profilaxis pre-exposición, microbicidas y futuras vacunas).
Tres maneras de actuar frente al sida
Los autores describen tres grupos de países que siguen tres rumbos diferentes y adoptan tres maneras divergentes de afrontar los costes y desafíos financieros relacionados con la enfermedad: países de bajos ingresos y alta carga de la enfermedad (HBLI); países de ingresos medios y baja carga de la enfermedad (LBMI) y países de ingresos medios y alta carga de la enfermedad (HBMI).
“La situación es especialmente preocupante en el primer grupo de países”, explica Hecht. "La situación sin precedentes de países como Zambia, Mozambique y Malawi es muy poco probable que mejore en los próximos años”. Y es que la alta incidencia de VIH exige seguir aumentando el gasto, como respuesta a la aplicación generalizada de programas de antirretrovirales según las nuevas directrices de tratamiento recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Es muy probable que incluso países con un nivel de ingresos medio y una alta incidencia de la epidemia como Botswana, Namibia y Sudáfrica acaben recurriendo a ayuda externa para poder afrontar el desafío doble de reducir el número de infecciones y de poner al día el enorme registro de casos de personas no atendidas con necesidad de tratamiento", apunta.
Por el contrario, los LBMI, entre ellos Brasil, México, Tailandia y Ucrania, poseen la capacidad nacional para cubrir la mayor parte de los costes futuros de la enfermedad. En 2008, la necesidad de gasto para atender la enfermedad en estaba muy por debajo del 1% del PIB. Los autores estiman que en las próximas dos décadas las necesidades de financiación de estos países seguirán siendo modestas.
Un futuro económico incierto
“La financiación de programas contra el sida comparte los mismos problemas que la lucha contra la pobreza. Por ello, mientras no se resuelvan estos problemas, principalmente asociados a los países con menos recursos económicos, la enfermedad se mantendrá en un segundo plano”, explica a SINC Jordi Casabona, presidente de la Asociación sida y sociedad.
Según sugieren los autores, la situación de desaceleración económica mundial y a otros problemas como el cambio climático o la creciente divergencia entre países va a hacer muy difícil sostener el impulso de cambio en los próximos años.
Es probable que los países con alta carga de la enfermedad y bajos ingresos necesiten el apoyo de donaciones externas durante décadas, mientras que en los países de ingresos medios y baja carga de la enfermedad los donantes podrán ejercer de catalizadores durante algunos años a medida que los gobiernos nacionales van comenzando a financiar sus propios programas.
En España, expertos como Casabona se quejan de que prácticamente todo el dinero (una aportación del 0,43% del PIB en 2009, por debajo de los países de la UE) se reserva a tareas terapéuticas. “En mi opinión es desproporcionado en comparación con la financiación de campañas y acciones preventivas”.
Los expertos concluyen que negar las diferencias existentes entre los países no es la solución. Por el contrario, “debemos aceptarlas para diseñar respuestas personalizadas y mantener la solidaridad para así poder poner fin a la enfermedad”.
ESPAÑA: DAR LA CARA CONTRA LA ESTIGMATIZACIÓN
La discriminación es una realidad para las personas con VIH. Por ello, la Coordinadora Estatal de Vih-Sida (CESIDA) ha presentado esta semana un documental, que se estrenará el próximo noviembre, donde los protagonistas, personas con VIH, “dan la cara'” y desvelan con su testimonio el día a día con el VIH.
Los datos de CESIDA muestran que el 60% de las personas seropositivas percibe algunos efectos de la lipodistrofia (ausencia focal o general de tejido adiposo) y, a menudo, interiorizan las actitudes de rechazo de la sociedad, lo que desemboca en conductas de autoexclusión. Asimismo, una de cada cuatro ha vivido esta exclusión en el entorno laboral y siete de cada diez en el ámbito sanitario.
-------------------
FRANCIA: PRUEBAS PARA TODO EL MUNDO
En Francia, los médicos de familia también pondrán su granito de arena en la lucha contra el sida. Propondrán a todos los pacientes de entre 15 y 70 años que se hagan la prueba del sida para combatir el avance de la enfermedad, de la que se dan 7.000 nuevos casos anuales en el país. La medida, no obligatoria, es uno de los pilares del plan antisida (1.000 millones de euros) del gobierno galo.
--------------
Referencia bibliográfica:
Robert Hecht, John Stover, Lori Bollinger, Farzana Muhib, Kelsey Case, David de Ferranti. “Financing of HIV/AIDS programme scale-up in low-income and middle-income countries, 2009–31”. Lancet; 376: 1254–60; 9 de octubre de 2010.
-----------------
Más información: