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Maggie es capaz de interaccionar con los humanos
Fuente: OIC / UC3M
Maggie es muy joven, apenas cuenta con seis años de vida, sin embargo, es capaz de enamorar a cualquiera. Su diseño va acorde con su funcionalidad y su objetivo principal: ser un robot social que interactúe directamente con los seres humanos. “Sé que soy un poco bajita, apenas llego al metro y medio de altura, pero así puedo interaccionar mejor con los niños, que son igual de pequeños que yo”, explica la propia Maggie. Sus formas redondeadas y su aspecto amable y amistoso son las dos características que más resaltan a primera vista. Sin embargo, bajo esa carcasa blanca de fibra de vidrio hay cientos de horas de trabajo del grupo de robótica de la Universidad Carlos III de Madrid, el Robotics lab.
Fiel reflejo y análisis de la sociedad. Ese sería la razón de ser del Centro de Investigación Operativa (CIO) de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Los profesionales de este instituto universitario evalúan la realidad a través de datos estadísticos y fórmulas magistrales para predecir un acontecimiento. Su 'videncia' les permite recibir encargos de entidades financieras, de empresas de agua y aseguradoras en incluso del Estado.
Investigar en el Jardín Botánico es un lujo, aunque padezcas de alergia al polen como la doctora Isabel Martínez-Solís. Profesora de Biología Vegetal y de Botánica Ambiental en la Universidad CEU Cardenal Herrera (UCH-CEU), coordina un equipo de investigación formado por profesores de su universidad y de la Universitat de València (UV) que ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Röel del Instituto Médico Valenciano. Además, junto al profesor Josep Rosselló, dirige el SEPLAN, un laboratorio de referencia en la identificación de plantas, autorizado por la Conselleria de Sanidad. Ante todo, Isabel persigue desarrollar una Botánica de utilidad, capaz de ofrecer respuestas a los problemas de la sociedad.
Un equipo del Laboratorio de Inteligencia Robótica del Departamento de Ingeniería y Ciencia de los Computadores de la Universitat Jaume I de Castellón participará durante los próximos cuatro años en el proyecto europeo GRASP, junto a otros siete socios. La investigación tendrá aplicaciones inmediatas en el diseño de nuevas prótesis y se engloba en el VII Programa Marco de la Comisión Europea.
El proyecto DressID tratará de descifrar un nuevo capítulo de la historia de Europa, en concreto, la importancia de la indumentaria en la configuración de la identidad de los pueblos sometidos al dominio del Imperio Romano. La Universitat de València es uno de los siete socios participantes en este Proyecto de la Unión Europea que se enmarca en el ámbito del Programa Cultura 2007.