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Las personas que han tenido la infección del coronavirus se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir afecciones neurológicas y psiquiátricas como niebla mental, psicosis, convulsiones y demencia hasta dos años después de pasar la enfermedad, según un estudio liderado por la Universidad de Oxford.
Imagen del 16 de agosto a las 12:36 captada por el satélite Copernicus. / Copernicus EU
Un equipo de investigadores españoles ha creado minipulmones artificiales que imitan la actividad de los pulmones reales. El objetivo es profundizar en el estudio del neumococo, una bacteria responsable de numerosas enfermedades, entre otras, la neumonía y la meningitis.
El gran número de transiciones de hábitat –del mar a la tierra y viceversa– es lo que permite explicar la gran variedad actual de estos microorganismos, según un estudio liderado por la Universidad de Uppsala (Suecia) y que ha contado con la participación del Institut de Ciències del Mar de Barcelona.
La nueva vacuna de la farmacéutica estadounidense ha sido desarrollada para atacar el virus original de la covid-19 y la nueva variante ómicron.
El análisis retrospectivo de 181 casos diagnosticados en Madrid y Barcelona ha permitido examinar por primera vez las variables clínicas, epidemiológicas y virológicas de esta enfermedad en nuestro país. La investigación también señala que la infección puede presentarse mediante manifestaciones atípicas no descritas hasta el momento como la proctitis o la amigdalitis.
La edad cronológica refleja los riesgos generales de morbilidad y mortalidad de las personas. Sin embargo, solo es algo aproximado y relacionado con el deterioro de nuestro cuerpo. Un grupo de científicos propone atender a la edad biológica, que es acumulativo y se refleja en los marcadores de los principales sistemas fisiológicos.
Mientras salimos de una crisis sanitaria global cuyas consecuencias han sido paliadas en cierta medida por nuestra conexión con los museos, el cine o la literatura, un creciente número de investigaciones comienza a constatar lo que muchos artistas siempre han sabido: que las artes son capaces de sanar.
Dendrodoris temarana, protagonista del #Cienciaalobestia, se describió por primera vez en 1953, pero se consideró muy similar a otra especie: Dendrodoris grandiflora. Un análisis genético ha demostrado ahora que su presencia es lo suficientemente diferente como para considerarse ‘legítima’. Al tratarse de una especie pseudocríptica, sus discrepancias respecto a otros moluscos son imperceptibles para el ojo humano.
La irrupción de la covid-19 obligó a la lengua a adaptarse y buscar metáforas para explicar una situación global de extrema gravedad. Frente al abuso perjudicial de las imágenes bélicas, una iniciativa de varias lingüistas se propuso recopilar ejemplos que sirvieran como alternativas. Porque las palabras no son neutras: influyen en el pensamiento y en la movilización social.