Dendrodoris temarana, protagonista del #Cienciaalobestia, se describió por primera vez en 1953, pero se consideró muy similar a otra especie: Dendrodoris grandiflora. Un análisis genético ha demostrado ahora que su presencia es lo suficientemente diferente como para considerarse ‘legítima’. Al tratarse de una especie pseudocríptica, sus discrepancias respecto a otros moluscos son imperceptibles para el ojo humano.